Las esponjas marinas, así como otros invertebrados son
utilizados como bioindicadores y/o biomonitores de contaminación, como es el
caso del programa internacional de observación de mejillones. Científicos han creado experimentos desarrollados en campo o en laboratorio con el fin de analizar la capacidad
de acumulación de metales, radionúclidos y otros elementos, con el objetivo de caracterizar
el estado de un ecosistema bajo un stress ambiental.
Las esponjas presentan una serie de características que las
convierten en buenas candidatas para el rol de biomonitores. En particular, estos
animales son muy abundantes, se encuentran distribuidos a lo largo del mundo,
presentan un modo de vida sésil, lo cual facilita el muestreo. También, las
esponjas viven muchos años y presentan un sistema acuífero, a través del cual filtran
grandes cantidades de agua, reteniendo partículas en suspensión, por lo cual
son expuestas a metales y otros contaminantes. Por lo anterior, estos
individuos son utilizados como modelo ideal para los programas de vigilancia
ambiental, aportando una información integrada sobre la cantidad de
contaminantes en términos de biodisponibilidad y de tiempo.
En una investigación realizada en Australia, se analizó la
capacidad de acumulación de metales, tales como el zinc, cobre, cadmio, selenio
y mercurio en dos especies de esponjas (Suberites
cf. diversicolor y Mycale sp.). Los resultados demuestran
la capacidad de Mycale sp. en
acumular cadmio, mientras que Suberites
cf. diversicolor acumula
especialmente mercurio. Gracias a este y otros estudios, se confirma la potencialidad de ciertas esponjas para incluirlas en programas de monitoreo de contaminación.
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