jueves, 22 de agosto de 2013

Catástrofe nuclear de Fukushima

El accidente nuclear de Fukushima ocurrido en el 2011 que afectó negativamente el océano y la tierra, contaminando animales y vegetales, ha comprometido la salud humana de la región. Qué ha sucedido luego de esta catástrofe? Pues actualmente, aún existen problemas que afectan el mar de esta zona, ya que se ha dado a conocer una pérdida de agua radioactiva, la cual, rompió una barrera subterránea y está vertiéndose en el Océano Pacifico con el riesgo de llegar a aguas superficiales, aclarando que ya afecta la fauna de las aguas profundas. La empresa TEPCO que gestionaba este problema no realizó acciones adecuadas para evitar esta pérdida de agua contaminada y aún más grave, no informo inmediatamente lo que estaba ocurriendo.

El origen de esta contaminación radioactiva, proviene de las 400 toneladas de agua diaria utilizadas para enfriar los reactores de la central que resultaron dañados por el tsunami. Para evitar la pérdida de agua, TEPCO creo una barrera subterránea. Sin embargo, esta estructura solo funciona a partir de 1,8 metros de profundidad, así que el agua logra salir al mar a través de las partes menos profundas. Lo más preocupante es que la cantidad de agua contaminada no ha sido definida y por ende no han podido establecer las consecuencias que causaría al océano y al medio ambiente. No obstante, el portavoz de la Agencia de protección del ambiente de Estados Unidos declaró que la concentración radioactiva será tan diluida que no significaría daños para las costas americanas.

Esta situación es realmente preocupante, ya que las soluciones propuestas por la autoridad del Japón para la energía nuclear no dejan en claro una medida adecuada que resolverían el problema desde la raíz. En los meses venideros, veremos como evolucionará esta problemática


Referencia



El mar profundo en peligro


En un importante estudio que agrupó científicos de diferentes países, se evaluaron los impactos de las actividades humanas sobre los ecosistemas de aguas profundas, comprendido desde 200 m hasta 10.924 m de profundidad máxima. Hoy por hoy, el desarrollo tecnológico ha permitido explorar aguas profundas, especialmente con fines económicos, afectando así el ecosistema más grande de la tierra. El mar profundo posee una alta biodiversidad y una gran riqueza de recursos, dada la heterogeneidad de hábitats con características bióticas y abióticas únicas.Las principales actividades se realizan bajo una profundidad de 2000 m, tales como la explotación de recursos pesqueros, hidrocarburos y minerales. Además, los profundos suelos marinos son utilizados como depósito de basuras y residuos.

La presencia del plástico en aguas profundas, confirma el efecto perjudicial para el océano; los micro-plásticos son el resultado de la descomposición del plástico y los materiales biodegradables que  en algunos casos se desintegra en partes pequeñas no degradables, y por consecuente afectan el funcionamiento hormonal y el sistema reproductivo de los organismos.




Por otro lado, la energía nuclear se considera como una de las más peligrosas actividades para la salud humana. Particularmente, en La Hague, departamento de Normandía, se localiza la planta de reprocesamiento nuclear más grande de Francia, país con mayor dependencia de la energía nuclear y número de reactores respecto a su población. Los residuos radioactivos arrojados contaminan  los organismos marinos cerca de las costas francesas y noruegas. Por lo tanto, los animales que acumulan las sustancias radioactivas consagrados al consumo, generan enfermedades respiratorias y leucemia; también, se ha registrado un aumento de mortalidad por causa de cáncer de órganos digestivos en Normandía.



Asimismo, el incremento de las emisiones de CO2 atmosférico impacta negativamente, acidificando el océano y cambiando el clima, incluido el calentamiento del océano, estratificación, y generación y expansión de la hipoxia.  Como podemos ver a través del presente escrito y los otros temas publicados anteriormente en el blog, son numerosas las actividades de origen antropogénico que generan un impacto negativo a los ecosistemas marinos, afectando no solo las características físicas y químicas sino también la diversidad y composición de fauna y la flora marina.



jueves, 8 de agosto de 2013

Las esponjas marinas, indicadores de contaminación

Las esponjas marinas, así como otros invertebrados son utilizados como bioindicadores y/o biomonitores de contaminación, como es el caso del programa internacional de observación de mejillones. Científicos han creado experimentos desarrollados en campo o en laboratorio con el fin de analizar la capacidad de acumulación de metales, radionúclidos y otros elementos, con el objetivo de caracterizar el estado de un ecosistema bajo un stress ambiental.

Las esponjas presentan una serie de características que las convierten en buenas candidatas para el rol de biomonitores. En particular, estos animales son muy abundantes, se encuentran distribuidos a lo largo del mundo, presentan un modo de vida sésil, lo cual facilita el muestreo. También, las esponjas viven muchos años y presentan un sistema acuífero, a través del cual filtran grandes cantidades de agua, reteniendo partículas en suspensión, por lo cual son expuestas a metales y otros contaminantes. Por lo anterior, estos individuos son utilizados como modelo ideal para los programas de vigilancia ambiental, aportando una información integrada sobre la cantidad de contaminantes en términos de biodisponibilidad y de tiempo.


En una investigación realizada en Australia, se analizó la capacidad de acumulación de metales, tales como el zinc, cobre, cadmio, selenio y mercurio en dos especies de esponjas (Suberites cf. diversicolor y Mycale sp.). Los resultados demuestran la capacidad de Mycale sp. en acumular cadmio, mientras que Suberites cf. diversicolor acumula especialmente mercurio. Gracias a este y otros estudios, se confirma la potencialidad de ciertas esponjas para incluirlas en programas de monitoreo de contaminación.